DÍAS DE CHANDAL




Estos días me doy cuenta de muchas cosas que antes, supongo que por al ritmo de trabajo frenético, no tenia tiempo de parar ni a considerar. De todas estas, quiero compartir, por hoy, una de ellas.

Ayer se me ocurrió hacer una encuesta en Instagram donde preguntaba si en tiempos de confinamiento las personas eran más de arreglarse como siempre con ropa de calle o bien eran de quedarse en chándal. Pues la respuesta todavía me tiene perpleja. Votaron 23 personas y está claro que no puede considerarse una muestra certera de la opinión del grueso de la población, pero puede ser un indicador. De estas, el 65% votaron que se quedan en chándal. Es decir, que llevan al menos 10 días en chándal… ahora entiendo un tuit que leí sobre el problema de no tener muchos chándales en casa.

Yo no soy de imponer mi opinión, sin embargo, la tengo, y la sigo, pero siempre he pensado que esto de opinar sobre la vida de los demás es arriesgado, porque nunca sabes suficiente como para tener el consejo perfecto. Así que, cuando me piden mi opinión siempre la doy acompañada de un “pero tu haz lo que creas que tienes que hacer porque quien va a sufrir las consecuencias, buenas o malas, eres tu”.

Dicho esto, también tengo opinión, que no consejo, sobre el tema del chándal.

De pequeña fui a un colegio estricto con el outfit, y una norma era clara, el chándal para hacer deporte. Así que nos teníamos que cambiar de ropa y de zapatos cuando teníamos clase de educación física, aunque fuera a primera hora de la mañana. Y debo decir que me parece correctísimo. La higiene y el cuidado personal son esenciales para una buena actitud en la vida.

Pensemos; cuando tenemos una cena, una reunión importante, un evento, una cita, nos arreglamos, cada uno con su estilo, pero nos ponemos siempre una pieza que nos hace sentir bien, que nos hace sentir cómodos, que cuando nos vemos en el espejo pensamos, ¡guapa! o ¡guapo! Que lo hacemos también para que los demás nos vean bien, pues posiblemente, pero esta claro que cuando nos sentimos bien con nosotros mismos, nuestro animo mejora. 

Por esto creo que en días donde los ánimos van un poco escasos, es importante empezar por el cuidado personal. Por nosotros mismos, en primer lugar, y por las personas que nos rodean, a continuación, sea en casa o sea a distancia. O es que solo si alguien con quien no tengo tanta confianza me va a ver, entonces me arreglo. ¡¿Pero esto qué es?! Proyectamos en los demás cómo nos sentimos. Y si estos días tenemos que apoyarnos entre todos, los ánimos tienen que estar muy arriba. Porque una tarde tu amig@ (que siempre tiene energía, que “no tiene nunca problemas”, con toda la actitud positiva) te llamará por Facetime para entretenerte un rato porque sabe que no has tenido un buen día, pero otro día esta persona va a necesitar una llamada porque algo le preocupa y necesita distraerse o que le digan que todo va a ir bien porque ya son muchos días de confinamiento. Entonces tu vas a tener que estar estupenda, con todo el buen humor. Me gusta bastante esa frase de Rosalía de “Yo por ti Tu por mi”, y en este contexto encaja y lo resume todo perfectamente.

Apoyar al sistema, aplaudir a los médicos, a todo el resto de los profesionales que hacen que todo siga rodando es fundamental, pero no nos olvidemos de nosotros y de nuestro entorno más cercano. No caigamos en la dejadez, en el desaliento, en pensar todos los días ¡qué duro es esto!, porque solo resta. Estar bien tiene muchos ángulos y uno es el verse bien.

Hay que ponerle ganas todos los días, saltar de la cama con toda la actitud y así, si quieres, el domingo te puedes tomar la licencia de ponerte un poco más cómodo, porque es domingo, no porque ¡total, estoy en casa!. Porque si hacemos de las excepciones la normalidad, no dejaremos espacio para la sorpresa y satisfacción de “romper las normas”.

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