CUANDO TODO ESTO ACABE



Será cierto que cuando la vida no va tan bien como desearíamos es cuando nos damos cuenta del valor que tienen momentos, costumbres, rutinas, ciertas compañías…

El otro día escuchando el podcast de Hotel Jorge Juan, de Javier Aznar, el entrevistado hablaba justamente de esto, de que el confinamiento hace que nos demos cuenta de lo mucho que echamos de menos esas pequeñas cosas y que cuando todo termine, le vamos a dar más valor mientras lo estemos disfrutando.

Yo tengo la suerte (así lo considero yo) de tener largas conversaciones conmigo misma y de disfrutar, y mucho, de la única compañía de mi misma. Esto hace que sepa bien y valore y dedique tiempo a disfrutar de todas aquellas pequeñas cosas que me dan trocitos de felicidad.

Hablar de la felicidad contrariamente al significado de la palabra en si misma, parece que no es un tema que guste en la sobremesa. Tenia una amiga en la infancia que siempre nos preguntaba, ¿eres feliz?, yo siempre contestaba que sí, me parecía una respuesta obvia, cuando en cambio, ¿cuantos contestaríais afirmativamente si os hicieran esta pregunta?
¿Podríamos estar mejor? Bueno sí, seguramente. Siempre hay margen para la mejora. A todas las personas nos pasan cosas, incluso a las que parece que todo les va perfecto, que siempre están alegres y con buena actitud para animar a los demás. Todas tenemos problemas que pueden nublar la idea preconcebida que tenemos de felicidad. Por esto creo que es vital encontrar la felicidad en pequeños compartimentos y hacer más por dedicar tiempo a todo aquello que cuando lo haces sientes algo aquí dentro que se remueve, que se excita y nos saca una sonrisa.

Por ejemplo, hoy he cambiado los muebles de sitio (cada uno tiene sus aficiones), y he encontrado un nuevo rincón donde me he acomodado prácticamente todo el día. He leído, he escuchado música, he comido algo ligero, he encendido unos aceites aromáticos y daba el sol. Y he pensado, estoy en la gloria, así, sin más, estoy feliz. A pesar de todo.

Esto me lleva a pensar en algo que se habla mucho a estas alturas del encierro, y es el, qué vamos a hacer cuando salgamos. Es absurdo pensar que todos deseamos las mismas cosas, a parte de los grandes temas; familia, amigos, etc. Por lo que os animo a pensar en ese café que paramos a tomar al vuelo de camino al trabajo, o quizás una breve conversación que mantenemos con alguien a diario y que resulta que nos sienta mejor de lo que pensábamos, o ese tiramisú, por decir un postre, que no has probado ninguno igual que en ese restaurante; esas pequeñas cosas que nos hacen el día.

Para mí, los paseos por la playa a primera hora, cuando todavía hay poca gente, comprarme algo para desayunar y sentarme a mirar el mar. Ir a tomar unos cócteles con mis padres y reírnos de nuestras cosas, solo nuestras. Entrar en una librería, leer los títulos, salir sin nada, pero habiendo disfrutado de esa calma. Tomar un café a media mañana, cerca del despacho y que por media horita, se pare la vorágine diaria. Algunos olores, algunos sonidos. Y el verano, en todas sus formas, especialmente la música al aire libre. Y cuando se pueda, sin duda, viajar.

Ahora, te toca a ti.

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