EL MEJOR DÍA DEL AÑO



Hoy por la mañana tenia un sentimiento agridulce, por un lado, la situación anómala que vivimos nos hace no poder celebrar con todo su esplendor este precioso día de libros, flores, paseos, trabajo a medio gas, celebraciones; por otro, seguía siendo Sant Jordi.

Para mi Sant Jordi es muy especial, el mejor día del año, es un día bonito en el que está permitido que la ciudad se ralentice para que podamos pasear entre montañas de libros y rosas. Y sin prepararlo es un día que, para mí, ya tiene una especie de rutina asignada: al despacho por la mañana, escapadita un poco antes del mediodía a comprar libros, cita para brindis y comida de celebración - mi padre se llama Jordi - y por la tarde siguen los paseos, quizás alguna compra de ultima hora, coincidir con algunos amigos, en definitiva, la ciudad se viste de fiesta y hay que celebrarlo. Soy muy partidaria de celebrarlo todo, así en general.

Sin embargo, este año, había que cambiar esta rutina por fuerza mayor. Compré libros (de papel, siempre) en tiendas online de librerías e hice rosas y puntos de libro con cartulina.

Esta mañana he salido a la calle y pensaba, qué bonito día y qué bonito sería con las calles llenas de gente, rosas en cada esquina, paradas de libros... Reconozco que mi mood mañanero no era muy festivo. Pero el buen tiempo siempre ayuda a cambiar un mal comienzo. Solecito en la cara, ropa que ya va sobrando, olor a primavera, y para que obviarlo, polen de los arboles plataneros típicos de Barcelona por todas partes. Una buena canción suena por mis auriculares, de repente ver pasar una chica en bicicleta con unas rosas en la mochila, otra señora cruzando la calle con una rosa en la mano y resulta que, sí que es Sant Jordi, qué felicidad.

Hoy ha habido libro, ha habido rosa, ¡hasta copita! No es lo mismo, pero es.

Qué bonito ver personas organizándose con tiempo para hacer llegar una rosa a sus personas amadas, familias haciendo manualidades para decorar sus casas y balcones, otras pensando en tener detalles como ir a comprar un panecillo en forma de rosa, amigos que compran vales en librerías pequeñas de barrio para cuando puedan abrir, floristas a medio abrir “porque no podemos abrir” dicen, pero que venden rosas como si fuera contrabando.

Qué bonito hacer que sea un día diferente de los anteriores 40 de confinamiento, porque es Sant Jordi, que lleguen rosas y libros a los hospitales, que te escapes un momentito a comprar algo para comer que marque la diferencia, que te dejen un libro por sorpresa en el buzón, llamen al timbre y te llegue una rosa de alguien que te quiere.

Por que cuando estamos todos jodidos por igual, solo nos queda seguir, si no es como siempre, será de otra manera y el próximo 23 de abril seguro que recordaremos con algo de estima el Sant Jordi del 2020.

Ahora, reflexionando desde mi sofá, con el sol de tarde en la cara y - ahora que hay menos ruido - oyendo las campanas de Santa María del Mar, ha sido un buen Sant Jordi.

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