Que bonitos días de primavera-casi verano que esta haciendo.
No recuerdo la última vez que hice tantos quilómetros andando como entre ayer y hoy.
Llegó el día 50 de confinamiento y por fin, se abrieron las puertas. Muchas normas al otro lado, pero lo importante es que después de casi dos meses de malas noticias, podemos estar tranquilamente paseando o haciendo ejercicio durante unas horas al día.
Cuando me cruzo con otras personas en mis largas caminatas, me viene a la cabeza que, siendo tan diferentes, estamos de algún modo conectados. Me gusta ver a un conocido en alguien desconocido. Todos nosotros hemos estado en nuestras casas durante semanas, prácticamente encerrados, y ahora gente de todas las edades buscamos lo mismo, el sol, el aire puro, el ejercitarnos o simplemente la libertad de andar por la ciudad. Esperamos con ansia la fase en que nos podamos reunir unos cuantos, y charlar y reír alrededor de una mesa durante horas. Y así poco a poco, volver a una nueva normalidad.
Una nueva normalidad que en cierto modo se parecerá a la vida de antes, y seguramente hay personas que no deseen volver, que preferirían que se alargara el confinamiento pues según para quien, se habrá parecido más a unas vacaciones. ¡Qué bien más preciado es el tiempo! y si algo hemos tenido estos días es justamente, tiempo para pensar. Y algunas personas habrán llegado a la conclusión de que no están viviendo la vida que imaginaron y otras se han dado cuenta del suplicio que les supone retomar un trabajo que no les llena o simplemente no les gusta. Esto no es culpa de nadie, afortunadamente, y, de hecho, es algo bueno, es una señal, es una oportunidad para afrontar la apertura de puertas con otra actitud y con nuevos objetivos. Aprovechemos.
No importa la edad, no importa el momento vital, de todo aprendemos, de todo sacamos algo que nos hace bien y nos impulsa hacia cosas nuevas.
No nos olvidaremos de todo lo que hemos pasado, no deberíamos, porque entre otras cosas, todavía no ha terminado, pero démonos un respiro. Salgamos y alegrémonos por lo que sí tenemos. Todos con nuestras imperfecciones, con nuestras leves infracciones de las normas del confinamiento, disfrutemos del aire libre y dejemos que los demás también lo hagan con tranquilidad.
Ahora viene lo mejor y debemos seguir siendo responsables, pero no es momento de reproches, de quejas, de malas caras. Es momento de hacer un paso adelante y abrir todas nuestras puertas.
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