AVIONES


Hace unos días que en pequeñas tertulias oigo un comentario recurrente: “parece que haya turistas en la ciudad”, y añaden “¿y cómo llegan?”. A lo mejor nunca se habían ido, o quizás son actores que ponen de attrezzo para aparentar normalidad o la llamada “nueva normalidad”. Fuera bromas, lo cierto es que yo también me he dado cuenta de este fenómeno. Y si así fuera, los envidio.

 

Esta tarde, bajando a casa dando un paseo desde el despacho, escuchaba un podcast en el que hablaban de películas (comedias románticas) que transcurrían en Nueva York y no podía más que pensar, ojalá estar allí.

 

No me malinterpretéis, no lo deseo porque no me guste mi ciudad, seguramente no tiene nada que envidiarle a la Gran Manzana, de hecho, también podría ser Londres, o Los Angeles o Seattle, o cualquiera de mis ciudades favoritas, o alguna de las capitales que me quedan por conocer, la cuestión es que ya hace demasiados días de “solo Barcelona”.

 

De forma cíclica y desde que tengo uso de razón, me pasa que hay temporadas en que cogería el primer avión y me iría a cualquier otra parte, como canta Dorian. Sin huir, solo a tomar el aire. Ahora supongo que estaría más que justificado. Para mí siempre lo está. Pero otras veces, cuando no está todo patas arriba, es algo que cuesta entender.

 

Sin embargo, si queréis probarlo, os diré que los kilómetros permiten coger aire y perspectiva. Hacer el turista te llena de vida, de energía, de conocimientos. No formas parte de nada y te haces el nativo. ¡Qué sensación! Hacer algo muy de guiri como comerte un fish & chips en pleno Hyde Park o sentirte el más californiano perdido en alguna playa arrinconada del Big Sur. Tener todo el tiempo para perder.

A veces me creo un poco Juliette Binoche en Chocolat (gran película) escuchando el viento que te llama al cambio. Cuando bajo a la tierra de nuevo, se me pasa, hasta el próximo ciclo.

 

Al final de mi paseo, esperando el verde en un semáforo, un taxi ha parado a mi lado, sonaba música caribeña. Allí también me iría. 

 

De momento, me pondré alguna de las películas que recomendaban en el podcast. A pesar de no ser muy amiga de las comedias románticas, puede que hoy sea un buen día para evadirse y no pensar mucho en coger aviones.



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